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El Deseo vence al miedo

 

 

Ayer, entré en una ligera controversia con uno de mis estimados contactos por una diferencia de pensamientos en cuanto a la transformación digital.

 

Nos cruzamos 4 ó 5 posts y ya desde el primero, empecé a vislumbrar lo que cada vez se iba haciendo más grande, tanto que en el último que me mandó detrás de la multitud de palabras que había en ese post, yo veía tan solo una: MIEDO, además la veía así en mayúsculas, subrayada y en negrita.

 

Teniendo en cuenta que “Cauno es cauno y sus caunadas”, que el debate estaba tomando temperatura y que yo ya había detectado la causa de ese conato de incendio, decidí no contestar más y dirigirme a esta persona en mensaje privado.

Por supuesto, lo hice como hago todas las cosas en esta vida, con el tono más conciliador del extenso catálogo de reacciones que incorpora mi sentido común y me encontré a una persona que explícitamente, con palabras textuales, manifestó e hizo realidad lo que yo había vaticinado desde su primera respuesta, me confesó su MIEDO. Miedo a que la tecnología acabe con nuestro trabajo…

 

Ahí mi mente viajó a un domicilio cercano donde habita un matrimonio de 80 años que apenas fueron al colegio (ella con una enfermedad mental degenerativa, él con una enfermedad incurable que le ha mermado la calidad de vida a un bajo nivel), que hace 3 meses pidieron que les explicase como funciona el Google Home por que habían visto un video en Youtube y a lo mejor les interesaba tener uno en casa.

 

Estos señores acabaron comprando el Google Home y ahora cada día piden al aparato que les encienda y apague algunas luces (ya que también compraron algunas bombillas inteligentes), les pide que les ofrezca las noticias del día e incluso juegan por voz a través de las aplicaciones que integra el dispositivo. Además de Google Home, por el smartphone hacen cada día videoconferencia con sus nietos, piden la compra, al levantarse cada mañana envían un audio a sus hijos por whatsapp informando que todo está bien en casa, además, lo envían personalizado a cada uno de ellos, (el señor dice que los grupos de whatsapp son para chafarderos) y pasan sus días de confinamiento viendo videos de copla, pasodobles, etc… que envían desde el teléfono a su Smart TV…

 

Con el panorama que acabo de relatar, ¿quién puede tener miedo a perder su trabajo por culpa de la transformación digital?

 

Yo no tengo miedo a perder mi trabajo ni por ese motivo ni por ningún otro.

 

A lo único que le puedo tener miedo es a perder la motivación a ser cada día mejor en mi trabajo y en la vida, el día que pierda esos valores entonces y solo entonces, posiblemente si corra el riesgo de perder el trabajo y hasta la dignidad, pero llegado a ese punto no será el trabajo lo que más me preocupe, sino que habré fallado en el modelo de vida en el que sustento mis valores y que me han inculcado las dos personas que más me inspiran a entender que este cambio digital solo puede afectar a aquellos que se nieguen a vivirlo con ansias de aprendizaje y de obtener una mejor versión de si mismos.

 

Esas dos personas son esos tecnológicos ancianitos que he comentado más arriba, mis Padres.

 

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